Galileo Galilei (1564-1642) es considerado el padre de la ciencia moderna y realizó importantes contribuciones en los campos de la física, la astronomía, la cosmología, las matemáticas y la filosofía.
Galileo inventó un telescopio mejorado que le permitía observar y describir las lunas de Júpiter, los anillos de Saturno, las fases de Venus, las manchas solares y la rugosa superficie lunar.
Su talento para la autopromoción le ganó poderosos amigos entre la élite gobernante de Italia y enemigos entre los líderes de la Iglesia Católica. La defensa de Galileo de un universo heliocéntrico lo llevó ante las autoridades religiosas en 1616 y nuevamente en 1633, cuando fue obligado a retractarse y puesto bajo arresto domiciliario por el resto de su vida.
¿Por qué era famoso Galileo?
Las leyes del movimiento de Galileo, hechas a partir de sus mediciones de que todos los cuerpos aceleran al mismo ritmo independientemente de su masa o tamaño, allanaron el camino para la codificación de la mecánica clásica por parte de Isaac Newton. El heliocentrismo de Galileo (con modificaciones de Kepler) pronto se convirtió en un hecho científico aceptado. Sus inventos, desde brújulas y balanzas hasta telescopios y microscopios mejorados, revolucionaron la astronomía y la biología. Galileo descubrió cráteres y montañas en la Luna, las fases de Venus, las lunas de Júpiter y las estrellas de la Vía Láctea. Su inclinación por la experimentación reflexiva e inventiva empujó el método científico hacia su forma moderna.
En su conflicto con la Iglesia, Galileo también fue reivindicado en gran medida. Los pensadores de la Ilustración como Voltaire utilizaron relatos de su juicio (a menudo en forma simplificada y exagerada) para retratar a Galileo como un mártir de la objetividad. Los estudios recientes sugieren que el juicio y el castigo reales de Galileo fueron tanto una cuestión de intriga cortesana y minucias filosóficas como de la tensión inherente entre la religión y la ciencia.
En 1744, el «Diálogo» de Galileo fue eliminado de la lista de libros prohibidos de la Iglesia, y en el siglo XX, los Papas Pío XII y Juan Pablo II hicieron declaraciones oficiales de pesar por cómo la Iglesia había tratado a Galileo.